domingo, 3 de septiembre de 2017

Suspenso y a repetir curso

Ha pasado ya un tiempo desde que los sindicatos mayoritarios nos soltaran eso de "tranquilos, no va a haber despidos, sólo harán unos cuantos ajustes", cuando la crisis hizo correr el rumor de que algunos departamentos serían eliminados.
La estrategia del susto o muerte, o del virgencita por lo menos como estaba (añadido -hay que decirlo- a la colaboración de nuestra pasividad), les ha funcionado a la perfección, como suele suceder históricamente.

Desde aquellas movilizaciones en las que nos unió a todos la pérdida de la paga extra (el bolsillo es lo que más duele) y su posterior recuperación, la marejada ha ido descendiendo hasta la actual situación de aparente calma chicha. 
Pero, ¿podríamos decir que desde entonces nuestra situación ha mejorado? 

Observad estos datos del Ministerio de Empleo y el comentario de la ministra del ramo:

Añade la ministra Báñez que además ese empleo es mejor que el empleo que se fue. ¿Acaso el Ministerio del Tiempo ha contagiado a los demás ministerios el uso de la ciencia ficción?
Es evidente que el empleo que se crea no es mejor, ni supone una mejoría para los trabajadores en cuanto a calidad, estabilidad, salario, o condiciones. Tampoco es una noticia a celebrar que los datos Eurostat indiquen que España "lidera la reducción de paro" a través de contratos de duración ridícula. Los compañeros que conozcan la EPA sabrán la famosa pregunta "¿ha trabajado al menos una hora...?"

La supuesta recuperación económica ha tenido un claro paganini: los trabajadores. Son los trabajadores quienes han pagado (con la pérdida de puestos, de salarios, con su inestabilidad, incluso con aumento de la siniestralidad) esa presunta recuperación económica. Las grandes empresas continúan acrecentando sus beneficios, gracias a la posibilidad de despedir cada vez más fácilmente y contratar personal deseoso de trabajar -dado el inmenso paro- por menos dinero y en peores condiciones.

Y dirán algunos compañeros "y a mí qué, esto con nosotros no va". O pensarán "pa lo que me queda en el convento..."

Mirad esto. En la vecina Francia, el nuevo presidente Macron se dispone a imponer, por decreto, la reforma laboral que su antecesor no pudo establecer, gracias a la huelga general convocada por la CGT francesa:

Nosotros en España ya gozamos de las ventajas que supone una reforma como la que pretende colar el presidente vecino, con despidos en rebajas y los sindicatos vendidos a la patronal. Si países con economías más poderosas que la nuestra se igualarán con nosotros por lo bajo, ¿cabe pensar que habrá alguna mejoría para los trabajadores españoles en el futuro?

Lamentablemente, no. Al contrario, seguirán los recortes, el empeoramiento de los servicios públicos en favor de los privados, el aumento de los precios y los gastos, plantearán el gasto privado de las pensiones...Quién sabe hasta dónde podrán llegar.

Entre tanto, los sindicatos corporativistas como CSIF continúan su labor de oposición suave con la parte empresarial, negando el traspaso de encuestas hacia empresas privadas, manteniéndonos pendientes de confusos procesos de conversión en funcionarios, convirtiendo -en fin- el trabajo sindical en una cuestión más de captación de clientes preocupados por el "qué hay de lo mío".

Los otros sindicatos mayoritarios, los de la supuesta izquierda, CC.OO, UGT, nos invaden ahora con correos en los que braman indignados contra la escasa reposición de efectivos (sólo se cubren las bajas por incapacidad temporal, la carga de trabajo aumenta), por la pérdida de formación (ya ni homilías de saber estar y respuestas corta-pega). Dada la involución que vienen sufriendo en sus direcciones, los sindicalistas de buena fe que en ellos quedan se ven incapaces de movilizar ni a sus afiliados.

El panorama, en definitiva, no da para aprobado raspante. Suspendemos e iniciamos el curso repitiendo, compañeros.

Para el curso que se inicia necesitaremos repasar la lección: 

⏭que sin la participación de todos nos veremos vendidos por los sindicatos actuales si vienen momentos difíciles,

que necesitamos concienciarnos de que los problemas que tengan otros compañeros trabajadores son nuestros problemas, 

que no hay trabajadores privilegiados sino organización y derechos defendidos contra la presión de la patronal, 

que lo público no se vende, se defiende, 

que contra la violencia del capital solo cabe la lucha laboral.

No desfallezcamos. Juntos, venceremos.