lunes, 26 de septiembre de 2016

Semana de acción contra los tratados TTIP, CETA, TISA

Distintas organizaciones sociales, sindicales y políticas convocan este octubre la Semana de acción contra el TTIP y el CETA (del 8 al 15 de octubre)  a nivel mundial, como forma de información y de protesta ante las oscuras negociaciones e intenciones de estos acuerdos.
Muchos de nosotros desconocemos qué significan estos tratados, quiénes los están negociando, qué aspectos generales contienen y hasta qué punto nos afectan, pese a que sus consecuencias pueden modificar considerablemente las condiciones de los trabajadores.

¿Nos influyen a los trabajadores estos acuerdos?

Se trata de acuerdos llamados de "libre comercio" realizados entre la Unión Europea y EE.UU. (en el caso del TTIP) y la UE y Canadá (CETA) que se han venido negociando en secreto durante los últimos años y que se pretende sean ratificados en este año. 
Los tratados se centran en los intereses de las grandes corporaciones trasnacionales, principalmente estadounidenses, en detrimento de los derechos de las clases populares. 
A los recortes ya realizados por la UE en distintos países bajo la excusa del pago de la deuda y el sostenimiento del sistema bancario, habría que añadir por tanto y como remate una nueva oleada de tijeretazos en forma de privatizaciones y pérdidas de derechos laborales, más un gran impacto en la explotación de los recursos naturales, siempre bajo la finalidad de incrementar a cualquier coste los beneficios de esas grandes empresas.


¿Qué condiciones tratan los acuerdos?

  • Modifican la normativa existente sobre negociación colectiva, la privatización de servicios públicos, controles sanitarios y medioambientales, todo ello en favor de las grandes empresas.
  • Propician la privatización de servicios públicos y la eliminación de cláusulas sociales en los contratos públicos, desregulando las obligaciones de las empresas para su beneficio.
  • Suponen una nueva vuelta de tuerca a las reformas laborales y fiscales y por tanto una reducción más de la protección de los trabajadores.
  • Se destruirían puestos de trabajo en las empresas menos competitivas.
  • Aumentarían las dificultades para el sector agrícola, permitiría añadir alimentos provenientes de EE.UU. bajo otros estándares de producción o realizar fracking en nuestro suelo.




Pero ¿por qué nos influyen negativamente estos cambios?

En primer lugar, modificar las condiciones de comercio y legales de manera tan opaca y con tanto misterio, de manera autoritaria, imponiéndolos como una nueva realidad sin ninguna consulta popular, entrañan una pérdida de soberanía evidente de los ciudadanos.
El cambio viene impuesto desde arriba y para asegurar que ese orden jerárquico de las grandes empresas sobre los Estados y en consecuencia sobre la clase trabajadora no sólo se mantenga sino que se refuerce.

"El gobierno del Estado moderno no es más que una junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa", nos decían Marx y Engels en el capítulo primero del Manifiesto Comunista.  Una vez más queda demostrado que tenían razón.

La igualación de los derechos laborales a la baja (por supuesto el capital nunca iguala de manera favorable a los trabajadores) ponen en riesgo el escaso margen de defensa que nos queda a los trabajadores, dejando vía libre a la desregularización del trabajo. Recordemos que EE.UU. y Canadá no han suscrito ni la décima parte de los convenios de la Organización Internacional del Trabajo. 


¿Y qué podemos hacer ante esta amenaza?


Necesitamos comprender que la concienciación y la movilización son fundamentales si queremos combatir estos procesos. Participar en las movilizaciones que se realicen para demostrar a los gobiernos de cada país que hay una gran masa que rechaza estos excesos. Concienciar a nuestras personas cercanas supone añadir nuevas fuerzas que extenderán hacia otros caminos esa conciencia. 
Incluso el gobierno mejor intencionado no podría hacer frente a los acuerdos internacionales si no existe una unión fuerte de las clases populares que demuestre que es capaz de resistir y anteponer la vida de las personas a los intereses empresariales. Articular la lucha en la clase trabajadora es llenar de dignidad nuestras vidas.
Desde ASI iremos informando de las distintas manifestaciones y actos que se produzcan en la provincia. 

Más info sobre el TTIP, el CETA o el TISA en los enlaces:
http://www.noalttip.org/
http://www.attac.es/category/internacional/ttip-ceta-tisa/
http://www.mundoobrero.es/pl.php?id=4712

Cartel en apoyo del TTIP, cuyo formato nos recuerda el de famosas campañas electorales 

martes, 20 de septiembre de 2016

Sentencias europeas ponen en evidencia el sistema laboral español

Dos sentencias recientes del Tribunal de Justicia de la Unión Europea van a hacer que se cuestione toda la legislación laboral española actual. 

Hace unos días, una primera sentencia de este Tribunal de la UE advertía a España que es ilegal encadenar contratos temporales para una actividad que requiere un contrato fijo, es decir "permitir la renovación de nombramientos de duración determinada para cubrir necesidades permanentes y estables, a pesar de que existe un déficit estructural de puestos de personal fijo, infringe el acuerdo marco”. La sentencia se refiere al sector sanitario (parte de la denuncia de una enfermera que en un hospital público de Madrid encadenó 7 contratos temporales para hacer un trabajo continuado durante 3 años hasta 2013).
Estos contratos encadenados son parte del paisaje español desde hace unas décadas (que nos lo digan a nosotros), aunque se trató de limitarlos en tres "renovaciones" en gobiernos anteriores, pero en posteriores mandatos --incluidos los progresistas de ZP-- estas limitaciones fueron desapareciendo (1).

En otra sentencia de ayer, el mismo tribunal obliga a indemnizar con la misma cantidad los contratos temporales y los fijos (parte en este caso de otra denuncia de una empleada interina en el Ministerio de Defensa). La sentencia plantea que no sólo no deben existir diferencias en las indemnizaciones de los distintos tipos de contratos temporales (los interinos no cobran nada al ser despedidos, mientras que la mayoría de los temporales reciben 12 días por año trabajado al terminar su contrato), sino que no debe haberlas entre los temporales y los indefinidos (que cobran 20 días por año trabajado si sufren un despido objetivo, que es el que se produce –entre otras- por causas económicas, técnicas o relacionadas con la producción de la empresa). (2)

Según CC.OO. estas sentencias pueden afectar a unos 4 millones de trabajadores españoles (ellos manejan perfectamente el tema de la temporalidad y conocen bien el asunto) y creen que puede servir como precedente para reivindicar mejoras en las contrataciones y paliar los desastrosos efectos de los contratos por temporadas. Las sentencias afectan también a los empleos públicos.

Pero la experiencia nos lleva a ser pesimistas y esperar cualquier respuesta de los órganos legislativos españoles como respuesta a los europeos. Por ejemplo que, en el caso de que se vean obligados a equiparar los derechos de contratos temporales con indefinidos, no se haga a favor del trabajador (oh sorpresa) sino a la baja. Es decir, que se tienda cada vez más a aquel contrato único, pero con los derechos igualados por la parte desfavorable hacia el empleado. 

Recordamos de pasada que todas estas modificaciones en las condiciones laborales vienen marcadas por la mayor o menor presión que sobre Patronal y empresarios realicen los sindicatos y, sobre todo, la unión de los trabajadores. Por aquello de ver las barbas del vecino remojar, recordemos también que hace días el primer ministro de Italia, Matteo Renzi, siguiendo el sentido común y la sensatez propias de la política moderna, anunció que iba a poner fin a la "cómoda vida de los funcionarios", eliminando los puestos fijos y los trienios. (3)




lunes, 5 de septiembre de 2016

Normalizar la esclavitud

En los intervalos de descanso de la electrizante novela Pasión por gobernar, que concluye en breve su segunda temporada y parece ser que tiene programada una tercera, los trabajadores podemos escaparnos al llegar a casa de la obnubilación parlamentaria y atender otros menesteres, y de este modo nos encontramos a veces con curiosos titulares como éste que nos regala El País:


Titular y una parte del artículo del 1 de septiembre en El País

No es un titular sarcástico ni va incluido en el suplemento para los altos ejecutivos junto con las recomendaciones de restaurantes con estrella Michelín. Es en serio y va recomendado a todos los lectores, no se refiere al gremio de los panaderos tampoco.
Se explica que es una moda procedente de EE.UU., como es lógico, y que se justifica en la mayor capacidad de ser productivos a horas tempranas. "Tú eres tu hábito, no al revés. No existe tal cosa como la predisposición" nos indican en el texto. Es decir, adapta tu vida a tu razón de ser, que es el trabajo, para ser más productivo para quien justifica tu existencia, que es la empresa.

Observemos este otro titular del suplemento cultural del diario 20 Minutos:

Del suplemento L´officiel, en 20 Minutos


Según este otro estudio, los "millenials" (personas nacidas a partir de los 80), al haberse criado en el entorno de la crisis mundial, se encuentran tan adaptados al contexto de la precariedad laboral que son capaces de sacrificar sus días de vacaciones por mantener sus puestos de trabajo.

Son dos ejemplos aislados de la prensa que podemos leer en estos días, de entre las decenas de artículos, "estudios", comentarios y reportajes que crecen a diario como setas en el campo abonado de un mercado laboral con millones de parados y empleos cada vez más miserables en cuanto a sus condiciones y salarios.

Somos tan mal pensados que nos preguntamos si esta tendencia en los medios (todos, los de la caverna y los progresistas) cumple una siniestra función de apoyo ideológico a los intereses de la Patronal. 

Que levante la mano el lector que alguna vez en los últimos años no haya pronunciado la expresión "somos unos privilegiados por tener trabajo" o "al menos tiene contrato y no se puede quejar". ¿Cómo es posible que hayamos llegado a este punto de sumisión?




Junto con el progresivo abandono de la movilización de la lucha obrera en las calles y el miedo generado gracias a la ley mordaza,  que criminaliza la protesta popular, a través de estos mensajes subliminales de la prensa se cuadra el círculo del sometimiento absoluto de la clase trabajadora frente a los intereses del capital.

El objetivo es el de normalizar lo que hoy han venido a llamar precarización de las condiciones laborales, esto es, el deterioro progresivo de los derechos de los trabajadores. Convertir en habitual, en cotidiano, en costumbre, lo que debería ser motivo de desaprobación, de condena, de respuesta contundente.

Forma parte de el capitalismo la manera de pensar individualista, egoísta, incapaz de razonar de modo solidario. Es por eso que nos quieren hacer creer que es preferible adaptar nuestra vida a un horario de pesadilla o incluso renunciar a los descansos con tal de no ser uno de esos que "sacan los pies del plato" y protestan. Es mucho más moderno y saludable, según ellos, modificar nuestra vida y nuestro pensamiento para someternos de buen grado y participar de la corriente favorable de la mayor productividad, emprendimiento y beneficio para las empresas.



Seamos conscientes de que el fruto de nuestro trabajo no va en nuestro beneficio sino en beneficio de aquellos que controlan las empresas. Nuestro tiempo es limitado, nadie va a devolvernos el tiempo ni el sacrificio que entreguemos voluntariamente a los empresarios, antes bien lo contrario, cada vez perderemos más tiempo libre, más capacidad para conciliar la vida laboral, más derechos educativos, sanitarios, sociales en general.

Seamos productivos, sí, por supuesto, pero produzcamos para nosotros los trabajadores, para el futuro de nuestros hijos y de la comunidad, no vendamos por un miserable salario nuestra vida para enriquecer a unos pocos cuya única capacidad es la de poseer por herencia o por poderío monetario los medios de producción.

Abramos los ojos. Que nunca normalicen la sumisión. Los derechos laborales no se mendigan, se defienden y se conquistan. Que viva siempre la lucha de la clase obrera.