miércoles, 27 de abril de 2016

Convocatorias 1º de Mayo

Recordamos las convocatorias de las manifestaciones para este 1º de mayo en Sevilla.

Invitamos a todos a participar en estos actos. Es fundamental que no decaigan las movilizaciones, pese a las mordazas de miedo que nos quieren colocar, pese a las detenciones arbitrarias de activistas, pese al hartazgo y la desidia en que nos quieren hundir, la lucha no podrán detenerla.

Sin la movilización en la calle pierden su sentido las elecciones, las encuestas de popularidad de los actores políticos en el escenario de los parlamentos, los debates televisados y los mensajes compartidos en las redes sociales, porque si la clase trabajadora organizada no cambia la situación no lo harán quienes obtienen beneficio del sistema.

No pienses que por uno menos que no vaya no pasará nada. Todos contamos. Un grano no hace granero pero ayuda al compañero.

¡Viva la lucha de la clase obrera!
¡Viva el 1º de Mayo!




jueves, 21 de abril de 2016

La desunión hace la debilidad

Decía Pascal que el hombre es una frágil caña pensante que se quiebra ante un pequeño soplo de la naturaleza, pero que aún así le engrandece la dignidad de su consciencia.
Del mismo modo, aunque sea sólo por ser conscientes, ya que es inevitable sentirse un poco ridículo al tener que señalar ciertas situaciones, y ya que es evidente que en la sociedad que nos ha tocado vivir parece que no sirve de nada porque a nadie le importa, tengamos al menos la dignidad de indicar varios aspectos de nuestra realidad como trabajadores del INE, que son similares a los de los otros colectivos, y que nos afectan directamente.

Pasividad ante las decisiones de la empresa

Se producen de manera habitual diversas noticias en nuestro trabajo, que van más allá de las preocupaciones habituales sobre los horarios festivos y otros asuntos de menor importancia, y estas noticias pasan por nosotros sin que apenas las apreciemos. Pongamos por ejemplo la sentencia que conocimos a mediados del mes pasado que declara nulas las modificaciones sustanciales de condiciones de trabajo para este 2016. Nos llega a los trabajadores, a través de las diversas notas de correo de los sindicatos mayoritarios, que el INE va a recurrir parcialmente (?) esa sentencia y que se creará una comisión negociadora para tratar el asunto. Mientras tanto, los compañeros afectados por esa modificación continuarán afectados y desplazados de sus puestos hacia tareas de campo. 
¿Por qué admitimos de modo tan natural que esto sea así y ni siquiera nos sorprendemos de una situación que un juez ha tenido que señalar como injusta y contraria a la norma?
¿Cuesta tanto crear entre toda la plantilla de trabajadores la conciencia de que ante estas situaciones lo normal debería ser la contratación de personal para esos trabajos que se producen de manera prevista cada año?



La situación de los sindicatos

Por esta dejadez y también llevados por el temor que crea entre la clase trabajadora las constantes noticias sobre despidos y recortes de plantillas en todos los sectores (recordemos que hoy día el tener empleo se cataloga sin ningún apuro como un privilegio), hemos tomado como hábito el considerar a los sindicatos ya no como las agrupaciones de defensa de los intereses laborales que deberían ser sino como meros intermediarios entre los intereses patronales y los trabajadores. Así es costumbre que el empleado medio no se acuerde de los sindicatos hasta que no se le presente algún problema que necesite asesoramiento legal, por ejemplo. O para recibir cursos de formación, muchas veces de escasa utilidad y de dudoso método, pero que sumen puntos en traslados o concursos. O para arrimarse a quien le pueda ofrecer alguna luz en los oscuros y confusos procesos de oposiciones, además.
La parte patronal, por supuesto, debe estar encantada en que así sea y que el papel combativo de los sindicatos se vaya reduciendo progresivamente a ese inocuo papel. Les interesa, obviamente, y lo fomenta y es por eso que favorece esa relación de clientelismo.

Inmovilismo entre nosotros los trabajadores

El miedo que antes mencionamos ante las noticias diarias de despidos e impagos, los temores añadidos a la nueva situación legal que criminaliza las protestas y también la adaptación a este escenario de crisis que vivimos hacen que -en cierta forma- sea lógico que muchos de nosotros prefiramos no protestar y que tengamos excesiva cautela por no señalarnos.
Pero cabe pensar que, además, existe una causa mayor en esta situación de pasividad en que nos encontramos. 
Sabemos todos que en nuestro proceso de trabajo -como en los demás- somos los trabajadores quienes realizamos la tarea fundamental sin la que no podría tener lugar ningún resultado. Es decir, por muy bien administrada que se encuentre una delegación, por muy bien diseñada que esté una encuesta o por muy bien distribuida la tarea técnica, sin nosotros los encuestadores no habría datos que manejar en tablas, ni censo de población, ni trabajo de campo, ni elecciones, ni ningún otro producto o servicio que lleve a cabo el INE.
Sin embargo, es evidente que la situación es justo la opuesta: nuestro trabajo parece algo tan insignificante que es posible modificarlo al albur de las circunstancias, cambiar los puestos bajo un criterio o mantenerlos perpetuos por el criterio contrario, anunciar el paso de laborales a funcionarios sin explicar los motivos ni aclarar las condiciones, no importa.
Pensemos. ¿Quién sale favorecido de que no haya ninguna oposición a cualquier movimiento? Si no hay protesta ante cambios puntuales ¿esto detendrá o favorecerá que se tomen medidas más drásticas si alguna vez lo necesitan?

La desunión es la debilidad de los trabajadores


Sabemos todos que la única fuerza que poseemos los trabajadores como colectivo es la unidad. La desafectación y la división refuerzan esa posición de dominación de los intereses empresariales.

El individualismo, instalado en nuestras cabezas por el sistema mediante este proceso mezcla de temores y dejadez, nos convierte a nosotros los trabajadores en la mejor arma que las empresas poseen contra los propios trabajadores. 
Nos han hecho creer que es el más listo quien pasa desapercibido y logra mantener su posición "privilegiada" sin que se le toque. Si cada día nos desayunan con nuevas noticias de corrupción -pensamos- qué sentido tiene ser honesto o sentir empatía por los otros o demostrar solidaridad. 
Pero esto no es así. Quien alimenta el individualismo cree que se encuentra tocado por la fortuna o que pertenece a una clase superior y sin saberlo camina en el alambre de los intereses de otros. 
Es por eso que deberíamos considerar una tarea fundamental el impulso de la igualdad y la unión como elementos fundamentales de nuestra tarea, por nuestro propio interés y el de todos.